Detrás de cada gran empresa hay una historia de esfuerzo, perseverancia y pasión. La Pirrina no es solo una distribuidora de bebidas; es el legado de una familia que ha sabido adaptarse a los cambios sin perder su esencia.
Lo que comenzó hace más de 50 años con un hombre repartiendo vino de casa en casa ha evolucionado hasta convertirse en una de las distribuidoras más sólidas de Murcia y alrededores. Desde los primeros acuerdos con Solán de Cabras hasta consolidarse como un socio clave de Pascual, La Pirrina ha crecido gracias a la dedicación y visión de quienes la han llevado adelante.
Hoy, Paco Pérez, quien tomó las riendas de la empresa tras el fallecimiento de su padre, nos abre las puertas de esta historia familiar. Con él descubrimos cómo han superado los desafíos del sector, la importancia del compromiso con sus clientes y cómo la siguiente generación ya está preparada para seguir escribiendo el futuro de La Pirrina.
¿Cómo empezó la historia de La Pirrina?
La historia de La Pirrina es, ante todo, la historia de una familia. Todo comenzó con mi padre, que era vinatero y repartía vino de casa en casa, como se hacía entonces, con un trato muy personal con los clientes. Un día le ofrecieron distribuir Leche El Prado, y ahí empezó su camino en la distribución alimentaria.
En aquel momento, él trabajaba solo, pero con el tiempo decidió asociarse con su cuñado. Durante años, trabajaron juntos, pero finalmente tomaron caminos separados y fue entonces cuando mi padre decidió fundar La Pirrina, apostando por un negocio propio y dejándolo todo por su sueño.
Desde el principio, la empresa tuvo una conexión muy fuerte con Solán de Cabras, que fue la primera gran marca con la que trabajó. Más tarde, distribuimos Celta, hasta que hace aproximadamente 26-27 años comenzamos nuestra relación con Pascual, que sigue siendo hoy en día nuestro principal aliado.
Además de la distribución, tu padre montó una bodega. ¿Cómo fue esa etapa?
Sí, además del negocio de distribución, mi padre tenía una gran pasión por el vino. Decidió abrir una bodega dedicada a la venta de vino, tanto embotellado como a granel, para ofrecer a los clientes un producto de calidad y adaptado a sus necesidades.
Con el tiempo, el negocio ha ido evolucionando y hoy en día seguimos siendo mayoristas de todas las bebidas alcohólicas, además de nuestra distribución principal de Pascual. Aunque el mercado ha cambiado, mantenemos ese espíritu de ofrecer siempre lo mejor a nuestros clientes.
Y tú, Paco, ¿Cuándo empezaste a trabajar en La Pirrina?
Desde muy joven, con 18 años. Al principio, intenté seguir otro camino y empecé a estudiar, pero me di cuenta de que mi verdadera vocación estaba en el negocio familiar. Me apasionaba el mundo de la distribución, el trato con los clientes y, sobre todo, la sensación de estar construyendo algo que formaba parte de nuestra historia.
En 2013, a mi padre le detectaron un cáncer y, lamentablemente, falleció en 2014. Fue una etapa muy dura para todos. Él estuvo al pie del cañón hasta el último día, sin dejar de luchar por su empresa. Después de su fallecimiento, tomé las riendas del negocio con la responsabilidad de mantener su legado y hacer crecer La Pirrina.
La Pirrina sigue siendo una empresa familiar. ¿Quiénes forman parte del equipo actualmente?
Sí, y ese es uno de nuestros mayores valores. Con los años, han ido sumándose más miembros de la familia al equipo. Hace un par de años se incorporaron mis hijos, Antonio y Paloma, cada uno con un rol clave en la empresa.
Antonio se encarga de la gestión de las tiendas, que hoy en día son cuatro y están especializadas en la venta de vino. Paloma, por su parte, lleva la parte de administración y gestión en la oficina. Gracias a ellos, estamos asegurando el relevo generacional y garantizando la continuidad de la empresa con la misma esencia con la que nació.
En total, somos 35 empleados, entre la distribuidora y las tiendas. Nos sentimos como una gran familia, porque muchos de nuestros trabajadores llevan años con nosotros y son parte fundamental del éxito de La Pirrina.
¿Cuál es el producto estrella de La Pirrina en la actualidad?
Nuestro producto estrella sigue siendo Pascual, con una especial demanda de Bezoya y la leche en todos sus formatos, tanto para hostelería como para tienda de alimentación (brick de 1L). También tenemos una fuerte presencia en el mercado de bebidas alcohólicas, que es otro de los pilares de nuestra empresa.
Con el paso de los años, hemos sabido adaptarnos a las tendencias y a los cambios en el consumo, diversificando nuestra oferta y respondiendo a las necesidades del sector.
¿Qué zona cubrís con la distribución?
Nuestro radio de acción es bastante amplio. Cubrimos toda la zona de Cartagena, La Manga y llegamos hasta el Pilar de La Horadada. Para poder ofrecer un servicio eficiente y rápido, contamos con una flota de 8 camiones y 1 furgoneta.
El sector de la distribución está en constante cambio. ¿Cuáles son los mayores retos a los que os enfrentáis?
Cada día es más complicado, especialmente en el sector de alimentación. Las tiendas tradicionales están desapareciendo, muchas cierran porque no hay relevo generacional y el mercado está cada vez más dominado por las grandes superficies.
Afortunadamente, el sector de la hostelería nos ha permitido mantenernos a flote. Al ser mayoristas de bebidas, tenemos una fuerte presencia en bares, restaurantes y hoteles, lo que nos ayuda a compensar la caída de las tiendas tradicionales.
¿Cuáles dirías que son las fortalezas de La Pirrina?
Nuestra mayor fortaleza es la formalidad y el compromiso con nuestros clientes. Cumplimos los plazos de entrega, ofrecemos una atención personalizada y garantizamos la entrega en un máximo de 24 horas tras el pedido.
Nuestros comerciales trabajan con tablets para presentar productos y mantener un contacto directo con los clientes. Las visitas son semanales, aunque muchos clientes prefieren hacer sus pedidos por WhatsApp, ya que es un canal rápido y cómodo para ellos. Sin embargo, todavía no hemos digitalizado una plataforma de pedidos.
El mercado es muy competitivo, ¿cómo gestionáis la guerra de precios?
Es una lucha diaria. Tanto en alimentación como en hostelería, la competencia es feroz y los precios cambian constantemente. Por eso, estamos siempre atentos a las promociones para trasladarlas a nuestros clientes y fidelizarlos.
¿Habéis detectado alguna tendencia en el consumo de productos en los últimos años?
Sí, sin duda. Hubo productos que marcaron un antes y un después en el sector, como los Bifrutas, que fueron una gran novedad en su momento. También hemos visto un crecimiento en la leche sin lactosa, que cada vez tiene más demanda.
Por otro lado, aunque se habla mucho de las bebidas vegetales, en nuestra zona no hemos notado un gran impacto. No parece ser un producto con tanta salida como en otros mercados, o al menos todavía no ha llegado aquí esa tendencia que otros notan mucho. Estaremos atentos.