En un sector tradicionalmente masculino y marcado por la presión logística, los márgenes ajustados y la transformación digital, Tamara Acera ha conseguido consolidar Helmántica de Bebidas como una de las distribuidoras más sólidas de Salamanca. Al frente de un equipo joven y comprometido, ha sabido liderar con visión, pragmatismo y resiliencia un negocio que arrancó hace casi veinte años en circunstancias nada fáciles.
Con grandes marcas en su portfolio, Helmántica se ha ganado el respeto de los hosteleros salmantinos no solo por la calidad del producto, sino por su capacidad de servicio, su agilidad logística y su apuesta por la excelencia en cada entrega. Hablamos con Tamara sobre sus inicios, los retos del presente y la distribución que viene.
Helmántica nació hace ya más de una década. ¿Cómo recuerdas aquellos primeros años? ¿Qué te llevó a apostar por el sector de la distribución de bebidas?
En septiembre del año que viene cumplimos 20 años. Recuerdo los comienzos como un auténtico reto, porque yo venía de trabajar en una consultoría de riesgos laborales y nunca me había dedicado a esto. Cuando se lo ofrecieron a mi padre, me dijo: “Si tú te vienes a dirigirlo, lo cogemos”. Y por supuesto, no me lo pensé.
La empresa anterior prácticamente ya había tocado fondo, así que levantarla fue complicado. Pero con el esfuerzo del equipo que tenía —y del que tengo a día de hoy— apostamos por ello. Ahora puedo decir que somos uno de los distribuidores más consolidados en Salamanca.
¿Qué balance haces de estos veinte años al frente de la empresa? ¿Qué ha cambiado más desde entonces?
El balance ha sido positivo, sin duda. Pero la hostelería ha cambiado mucho en estos años, igual que los hábitos de consumo. El cliente ya no busca lo mismo, ni se conforma con lo mismo. Y eso nos obliga a evolucionar con él.
Sois distribuidores oficiales de grandes marcas… ¿Qué implica trabajar con marcas tan reconocidas?
Tener marcas punteras y reconocidas te abre puertas, porque el cliente valora tanto la calidad del producto como el servicio. Y ahí es donde creo que marcamos la diferencia: en la atención personalizada, en la agilidad y en la constancia.
¿Qué crees que os diferencia de otras distribuidoras en Castilla y León?
Diría que el conjunto: las marcas que llevamos, la calidad del producto, el servicio que damos y, sobre todo, el equipo humano que está detrás. Tenemos una logística muy bien organizada, con entregas rápidas y eficientes, y eso no es casualidad. Hay muchas horas de trabajo y coordinación detrás.
¿Qué valor añadido ofrecéis más allá del producto?
Creo que hemos logrado crear una marca propia, Helmántica de Bebidas, que el hostelero identifica y valora. Ofrecemos un servicio excepcional, cuidamos los detalles, cumplimos los plazos… Esa constancia y ese compromiso son nuestro mayor valor añadido.
¿Qué es lo más difícil de gestionar en el día a día de una distribuidora?
Sin duda, el equilibrio del inventario. Mantener un stock óptimo que satisfaga la demanda sin generar exceso ni escasez es todo un reto. Implica coordinar toda la cadena de suministro: pedidos, almacén, rutas… Y todo con márgenes muy ajustados.
¿Qué papel juega la formación y motivación del equipo en vuestro éxito?
Un papel clave. Un equipo bien formado y motivado es más innovador, más competitivo y está mejor alineado con los objetivos de la empresa. Y eso se nota en el ambiente, en la productividad y en la calidad del servicio.
¿Qué ha sido lo más desafiante en estos años: los costes, la competencia o los nuevos hábitos de consumo?
Todo. Los costes han subido muchísimo, la competencia es feroz y el cliente ha cambiado. El poder adquisitivo ha bajado, se buscan precios ajustados, pero también se exige calidad y buen servicio. Hay que saber moverse con flexibilidad y rapidez, adaptarse constantemente.
¿Cómo os estáis adaptando a ese cliente hostelero más digital y exigente?
Muy rápido. La transformación digital es inevitable. Si quieres seguir compitiendo, tienes que adaptarte a las nuevas tecnologías y ofrecer lo que el hostelero demanda. Eso es lo que estamos intentando hacer en Helmántica: evolucionar sin perder la esencia.
Este sector sigue muy masculinizado. ¿Te ha supuesto un reto liderar como mujer?
Es verdad que aún hay más hombres que mujeres en este sector, pero cada vez somos más las que ocupamos puestos de responsabilidad. En mi caso, nunca lo he vivido como un reto por ser mujer. He liderado mi empresa desde el primer día, con determinación y sin complejos.
¿Cómo ves el futuro de la distribución?
Con cierta incertidumbre, la verdad. Todo está cambiando muy deprisa. Pero creo que las claves van a ser la personalización, la sostenibilidad y la digitalización. El consumidor quiere salud, experiencias y eficiencia, y el distribuidor tendrá que saber responder.
¿Tenéis planes de crecimiento o innovación a corto plazo?
Adaptarnos a las nuevas tecnologías, ampliar portfolio si el mercado lo pide e intentar ganar más cuota. Pero siempre escuchando al hostelero y entendiendo sus necesidades reales. Al final, es el mercado quien marca el camino.
¿Qué consejo darías a alguien que empieza en distribución hoy?
Que no tenga miedo, pero que venga preparado. Este es un sector exigente. Hace falta esfuerzo, dedicación y un buen equipo a tu lado. Y, sobre todo, hay que saber adaptarse a los cambios que están por venir. Porque van a ser muchos.
¿Qué es lo que más te enorgullece de lo que habéis conseguido con Helmántica?
Haber creado algo desde cero, con todo lo que eso implica. Generamos empleo, damos soluciones, contribuimos al desarrollo económico local… Y todo eso lo hemos conseguido remando juntos, como equipo, con el respaldo de nuestros clientes y proveedores. Eso es lo que más me llena.
Para terminar: si tuvieras que definir Helmántica en una palabra, ¿cuál sería?
Resiliente. Porque hemos transformado cada desafío en una oportunidad y, gracias a ello, nos hemos fortalecido más que nunca.
Helmántica de Bebidas es el reflejo de lo que ocurre cuando el compromiso, la constancia y la visión a largo plazo se combinan con un equipo sólido y una líder que no se detiene. Veinte años después, el reto sigue vivo. Y la ilusión, intacta.

