Exclusivas Tinín es uno de esos ejemplos que demuestran que la constancia, el compromiso con el territorio y el trabajo bien hecho son más potentes que cualquier campaña de marketing. Fundada hace más de 50 años en Cuenca por Agustín García López, la empresa lleva décadas distribuyendo productos alimentarios de calidad por toda la provincia, desde la capital hasta los pueblos más remotos. Hoy son sus hijas —Celia, Luisa, Elena y María Ángeles— quienes están al frente del negocio, manteniendo vivo el legado familiar y adaptándolo a los nuevos tiempos. Hablamos con Celia sobre relevo generacional, fidelidad de clientes, retos logísticos y el valor de las marcas que se defienden con orgullo.
¿Cómo nace Exclusivas Tinín?
La empresa la fundó mi padre, Agustín García López, hace ya más de 50 años. Empezó con productos frescos en Cuenca, repartiendo leche cuando casi nadie lo hacía de forma profesional. Siempre fue una persona con visión. En los años 80 incorporó la leche UHT porque veía que había demanda pero nadie la ofrecía. Ahí fue cuando empezamos a trabajar con Pascual, y desde entonces esa marca ha sido parte esencial de nuestra historia. Llegamos a tener tanta implantación en la zona que nos decían directamente “las de Pascual”. Nos lo tomamos como un cumplido.
¿Cómo vivisteis el relevo generacional tras el fallecimiento de vuestro padre?
Fue duro, pero estábamos preparadas, o al menos con ganas. Mi padre falleció en 2001 y, en ese momento, mis hermanas y yo ya estábamos involucradas en distintos niveles. Cada una fue encontrando su lugar: Elena en administración, Luisa aún en el instituto y María Ángeles con otra distribuidora de gasóleo… y yo coordinando un poco todo. Hoy las cuatro formamos el núcleo que lidera la empresa porque Luisa entró en la parte comercial cuando terminó el colegio.
Mi padre, antes de fallecer, me dijo algo que no he olvidado nunca: “Lo primero que se paga es al trabajador. Y si vais a seguir, hay que hacerlo en serio, todos los días”. Ese mensaje nos marcó. No queríamos que todo su esfuerzo se perdiera. Era su legado, y también nuestro reto personal.
¿Qué estructura tenéis actualmente? ¿Cuántas personas forman parte del equipo?
En estos momentos somos 18 personas. Reparto, administración, comerciales… pero aquí todo el mundo hace de todo. Nos ayudamos mutuamente y mantenemos una cultura muy familiar. Cuando hace falta, nos remangamos todas. Si hay una emergencia en sábado o domingo, una de nosotras se acerca. Tenemos tienda en Cuenca capital (en la calle Colón) y otra en Chillarón, y seguimos atendiendo incluso fuera de horario si el cliente lo necesita. Esa cercanía no se ha perdido nunca.
La logística en una provincia tan extensa y despoblada como Cuenca debe de ser un reto…
Lo es. Cuenca tiene una orografía muy complicada: mucha sierra, muchos kilómetros para poca población. Para llenar una furgoneta tienes que hacer muchas paradas, muchas entregas pequeñas. Eso exige planificación, compromiso y una flota adecuada.
Actualmente tenemos dos camiones frigoríficos, dos botelleros y cinco furgonetas. Todos los vehículos son de 3.500 kg porque encontrar conductores con carné de camión grande (C) es prácticamente imposible. Lo hemos intentado, pero no hay personal cualificado ni suficientes examinadores. Además, todos los vehículos están limitados a 90 km/h por seguridad, porque ya hemos tenido sustos. Nos encantaría abrir nuevas rutas, como la de Tarancón, pero sin equipo, no se puede. A veces el crecimiento no depende de las ganas, sino de los medios.
¿Qué diferencia a Exclusivas Tinín de otros distribuidores? ¿Cómo conseguís fidelizar?
El servicio. La constancia. La presencia. Y el compromiso. Nosotros subimos a la sierra en invierno, cuando nadie más lo hace. Y los clientes lo saben. Te respetan porque estás ahí todo el año, no solo cuando hay volumen.
También cuidamos mucho las marcas que representamos. Pascual es una de ellas. Nos hemos sentido siempre parte de su familia. Lo mismo con Rujamar, Heineken o Campofrío. Hemos trabajado la confianza y el vínculo. Claro que hay competencia, y muchos van por precio, pero nosotros preferimos estar alineados con marcas que valoran el servicio y la calidad.
¿Qué productos son hoy vuestro motor?
Seguimos siendo lecheros, y orgullosas de serlo. La leche sigue siendo nuestro producto estrella. Pero también han crecido mucho el café (Mocay), la cerveza (Heineken, Amstel, Cruzcampo) y los huevos, que distribuimos de la mano de Rujamar en toda la provincia. Vendemos también embutidos, productos refrigerados, vinos —especialmente de Cuenca, que tienen muy buena acogida— y productos típicos como morteruelo, ajoarriero o gazpacho pastor. Nuestra tienda tiene de todo: desde lo más básico hasta especialidades locales que defendemos con mucho cariño.
¿Ha cambiado mucho el tipo de producto que os piden ahora?
Muchísimo. Antes todo eran piezas grandes: quesos de tres kilos, embutidos enteros… Hoy lo que triunfa son los formatos adaptados: loncheados, cuñas, raciones individuales. La gente busca comodidad, rapidez y cero desperdicio. Hasta los campamentos quieren las cosas listas para servir. También ha cambiado la forma de consumir: menos visitas a tienda física, más pedidos telefónicos o por WhatsApp.
¿Qué impacto han tenido las campañas y promociones en radio o prensa?
Muy positivo. El consumidor pregunta por esos productos, se interesa. Cuando una marca se mueve, nosotros lo sentimos. Y eso ayuda mucho, porque refuerza nuestra labor comercial y da visibilidad al distribuidor. Lo hemos notado con Lateado, la gente pregunta por ello.
¿Qué valoran más hoy en día los trabajadores que se incorporan a la empresa?
El tiempo. Antes todo era disponibilidad y horas extras. Ahora valoran más los horarios. Tras la pandemia lo notamos mucho: hicimos jornada intensiva en invierno, dejamos de abrir los sábados salvo guardias, y tratamos de facilitar la conciliación. Hay menos obsesión por el salario y más por la calidad de vida, ya no hay el compromiso con la empresa que te da de comer que había antes.
¿Y cómo ves el futuro de la empresa y del sector en general?
Con esperanza, pero también con cautela. Hay ganas, hay oportunidades, pero también muchas dificultades estructurales. Sin personal, sin medios, sin apoyo institucional, es difícil crecer. A nivel interno, nos gustaría que la tercera generación siguiera, pero no vamos a forzar nada. Son niños aún, hijos de una de mis hermanas que es la única que ha tenido descendencia. Si quieren, aquí estaremos. Si no, orgullosas de lo que hemos hecho.
¿Qué consejo les darías si quieren seguir vuestro camino?
El mismo que me dio mi padre: constancia. Esto se construye día a día, sin milagros. Pero también es muy bonito. Tener tu empresa, abrir una nueva ruta, lanzar un producto, ganar un cliente… Eso es un orgullo. Si se hace con ilusión, merece la pena.
Una última palabra para definir Exclusivas Tinín en 2025…
Compromiso. Con Cuenca, con nuestras marcas, con nuestros clientes y con nuestro equipo. Ese ha sido siempre nuestro sello. Y, con suerte, lo seguirá siendo muchos años más.